jueves, 19 de enero de 2017

Aguas de diseño. Versión 2017

Sidcup es un reputado suburbio londinense situado al este de la capital del Imperio. Nada especial en su historia, si eliminamos el hecho de que en su estación ferroviaria parece que Mick Jagger y Keith Richards llegaron al acuerdo de constituir una banda musical que, con el devenir de los tiempos, se concretó en los famosos Rolling Stones. Pero en marzo de 2004, Sidcup saltó a los titulares cuando el diario The Independent publicaba un artículo en el que denunciaba el hecho de que el agua embotellada que Coca-Cola estaba distribuyendo en el Reino Unido bajo el nombre comercial de Dasani, no era sino agua de grifo, tomada en el mencionado distrito de Sidcup, tratada y embotellada.

La cosa todavía se puso peor, un par de semanas más tarde, cuando las autoridades londinenses hicieron público un estudio, según el cual, las botellas de Dasani contenían cantidades poco significativas de bromato, un tipo de sal que se ha conceptuado como potencialmente cancerígena. Estudios posteriores parecieron demostrar que dichos bromatos provenían de la transformación de parte de los bromuros existentes en el agua de Sidcup, como consecuencia de los procesos de tratamiento a los que Coca-Cola sometía al agua de grifo.

El escándalo saltó a otros países de Europa y América, con lo que Coca-Cola tuvo que retirar cientos de miles de botellas, incluso en países donde, como en Canadá, el agua vendida como Dasani se obtenía y creo que se sigue obteniendo de un manantial natural y se comercializa con variados sabores. El caso es que, en Estados Unidos, Dasani se llevaba vendiendo ya varios años, obteniéndose a partir de aguas de grifo de diferentes Estados, filtradas y sometidas a un procesos de ósmosis inversa (el mismo que usan las plantas desaladoras). Con ese proceso se eliminan de forma mayoritaria las sales que dichas aguas contienen para, posteriormente, adicionar cantidades controladas de sulfato magnésico, fosfato potásico y cloruro sódico. Vamos, aguas de diseño, con un contenido absolutamente reproducible.

Esto que acabáis de leer es el inicio de una entrada que publicaba vuestro Búho en los albores de este Blog (diciembre de 2006) y, probablemente por ello, no la haya leído nadie o muy poca gente pero informados estabais. Dasani se sigue vendiendo y ya ha aparecido en alguna otra entrada en el Blog, no a propósito del agua sino de los envases de plástico, obtenidos de fuentes renovables, en los que se comercializa. Pero ahora Coca-Cola está atacando de nuevo con un producto que, intrínsecamente, no se diferencia mucho del agua Dasani. La llamada Smartwater es, como explica su etiqueta (que podéis ver mejor picando en la imagen), agua destilada con electrolitos añadidos para darle un determinado sabor.

La página web del producto explica que se obtiene tras un controlado proceso en el que se toma agua de la que los servicios municipales de las localidades ponen en el grifo de los domicilios o, en algunos casos, como el de UK y por aquello del lío de 2004, de un manantial situado en Morpeth, Northumberland, curiosamente el mismo origen de otra agua comercializada por la compañía bajo el nombre de Abbey Well, bajo el reclamo publicitario de "un agua filtrada naturalmente a través de arena blanca durante al menos tres mil años".

Sea cual sea su origen, el agua es sometida a una serie de procesos consecutivos que voy a resumir. Primero se eliminan los posibles volátiles orgánicos o clorados mediante filtrado sobre carbón activo. Después se destila, eliminando así los minerales y otras impurezas que en ella se encuentren. Se trata con luz ultravioleta para eliminar todo tipo de agentes patógenos. A continuación se remineraliza, adicionando cantidades controladas de unas sales que no son exactamente las que originalmente se encontraban en la Dasani. Aquí lo que se adiciona es cloruro cálcico, cloruro magnésico y bicarbonato potásico. Finalmente se le vuelve a someter a un proceso desinfectante a base de ozono que se hace pasar por el agua, no dejando rastro ni sabor alguno.

A muchos nos resulta increíble este grado de refinamiento, yo diría que obsceno tratándose de algo tan fundamental para la vida y tan escaso en muchos lugares, pero ahí está. Se supone que el nicho de negocio en el que Coca-Cola insiste con estos productos es una especie de agua sin "sorpresas" y alta pureza, aunque desde otra óptica (maligna) se podría hablar de agua pura con aditivos químicos. Pero es cierto que, venga de donde venga, una vez tratada y remineralizada con esas sales, el resultado final es siempre el mismo, con un sabor específico que la casa denomina como "fresco".

Estoy deseando que se venda en mi súper para ver a cuánto sale el litro y compararla con lo que me cuesta el agua de grifo de mi casa que, como no hace mucho os conté, no tiene nada que envidiar a las aguas embotelladas que normalmente adquirimos. Pero creo que esta nueva propuesta de Coca-Cola va a resultar carísima para mis finanzas de jubileta.

4 comentarios:

gabriela dijo...

"El gran negocio del agua"...No hace tantos años que llegó la moda de andar cargando una botellita de agua, y tomando unos sorbos de vez en cuando...Llama la atención, esto...y por supuesto, es negocio redondo para las empresas...

Mientras tanto, los rellenos sanitarios disminuyen su vida útil gracias a tanto plástico que les llega, porque pudiéndose reciclar tanta botella no se hace, y vemos en los caminos botellas que tiran los automovilistas en cuanto se toman el agua...un horror.

Como siempre, Búho, aprendemos muchas cosas, al leer tus post, y esta vez ha sido el recorrido del agua desde la llave a la botella, con su purificación y su adición de sales...de sabores...que suben el precio del litro a la estratósfera.

Pero algo te faltó...¡la memoria del agua! ¿dónde queda, entre tanto procedimiento?¿se pierde o renace? jeje

Yanko Iruin dijo...

Algo caerá pronto al respecto de la memoria...

Claudi Mans dijo...

En USA venden además agua destilada (auténticamente destilada con destiladores, no desionizada ni osmotizada) y con sales añadidas.
Es todo ello tan aberrante como el agua de Islandia, o el agua de las islas Fiji, o el agua de Tasmania, que afirman que recogen gota a gota del rocío.

Por cierto que las etiquetas del agua del grifo que vende Pepsi indica claramente que se trata de agua potable preparada en su versió en inglés, pero la etiqueta en España disimula lo que puede y cuesta leer de qué se trata: de agua potable preparada.
Y, finalmente, muchas aguas minerales de toda la vida (Vichy Catalán y otras, de aquí y de fuera) son sometidas en la actualidad a procesos de adsorción para eliminar metales pesados que desde siempre han contenido. De no hacerlo no cumplirían las especificaciones sanitarias actuales.
Un saludo

Yanko Iruin dijo...

Gracias Claudi. No sabía lo de Pepsi. Eres una enciclopedia en materia de agua embotellada.

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