miércoles, 7 de marzo de 2018

Otra fragancia de extraño origen: el ámbar gris

Hace unos cuantos meses, a finales de mayo del pasado año, hablábamos de ciertos aromas impresentables, tanto por su origen (glándulas de animales) como por su repelente olor (mercaptanos), que parecerían poco apropiados para formar parte de la paleta con la que los afamados perfumistas componen sus delicias olfativas. Al escribir esa entrada, dejé deliberadamente sin mencionar otro producto de origen poco confesable y que, sin embargo, ha tenido y tiene (como los otros mencionados arriba) un importante nicho en el mundo de la perfumería. Estamos hablando del ámbar gris (o ambré gris en français).

El ámbar gris es el fruto de una segregación intestinal del cachalote. Parece ser que ello es debido a la reacción que se produce en su tracto gastro-intestinal como consecuencia de los daños que allí se generan al ingerir sepias y calamares de gran tamaño, con picos córneos hirientes. Al final, el animal expulsa el resultado de esa reacción de su organismo, una sustancia negra y viscosa, con restos de sepia y calamar incluidos y con aromas fecales como nota olfatoria distintiva. Ese excremento animal flota en el agua y va sufriendo un proceso de oxidación debido al oxígeno del aire, el sol, al agua de mar y la temperatura, que lo va convirtiendo progresivamente en algo más blanquecino y duro. Cuanto más tiempo haya pasado en el mar más atractivo resulta a los intereses de la perfumería y, por eso, cuando uno lo encuentra en la playa, como el niño de la foto, le toca la lotería. El pedrusco que Charlie, de 8 años, encontró en una playa inglesa le proporcionó la bonita cantidad de 60.000 eurazos.

En terminología de los perfumistas, un ámbar gris "maduro" (tanto más cuanto más blanco) tiene un aroma semidulce y seco, con notas marinas, de tabaco, de cuero y ligeramente almizclado (esto es un resumen de las notas más citadas en varios artículos que he revisado, que mi nariz de vasco no da para tanto). Estas características han atraído desde el pasado el interés por el citado excremento. Además, los trozos de ámbar gris tienen la curiosa característica de que se pueden quemar, como el incienso, con un olor bastante placentero. Incluso hay gentes que se lo comen, al atribuirle propiedades afrodisíacas en el hombre y de remedio contra la infertilidad en las mujeres (seguro que infundadas, pero es lo que tienen las tradiciones). En Marruecos se suelen añadir pequeños trozos de ámbar gris al té.

Uno puede comprar hoy en día en internet tinturas más o menos concentradas de ámbar gris, obtenidas tras machacar finamente el producto original y dejarlo reposar en alcohol durante un par de meses. Pero esas tinturas circulan, generalmente, en ámbitos privados. Ya dije en la entrada arriba mencionada que, hoy en día, hay mucha gente interesada en prepararse sus propios perfumes caseros a bases de tinturas, aceites esenciales de plantas y productos similares. Pero el ámbar gris es caro (muy caro), su localización es completamente errática, está sometido a legislaciones restrictivas severas (en USA está prohibido incluso poseer ámbar gris a título personal) y las grandes empresas del perfume hace tiempo que, salvo raras excepciones, no usan tinturas del ámbar "natural" y han recurrido a otros sustitutos que recrean el aroma original.

En los años treinta, uno de los actuales gigantes del mercado de los componentes de perfumería, Firmenich, inició una concienzuda investigación sobre el ámbar gris y sus aromas, descubriendo que el origen de los componentes volátiles que le dan su exclusivo olor, es una sustancia química conocida bajo el nombre de ambreína que, aunque no tiene olor, es finalmente la causante de que, como consecuencia de los procesos que sufre durante su vagabundeo por el mar, acabe convirtiéndose en otra sustancia química relacionada, el ambroxan o ambróxido, un terpenoide que proporciona al ámbar su característico olor dulce.

Así que el camino estaba listo para que los químicos de Firmenich (y otras empresas) se pusieran a la búsqueda de la vía de síntesis más interesante para obtener ambroxan a nivel industrial. Y no tardaron en descubrir varias posibilidades, que han dado lugar a diferentes ambróxidos sintéticos (no voy a entrar en detalles, pero los químicos tienen ahí una interesante temática). Esas sustancias se venden con nombres comerciales como Ambrox, una marca de Firmenich, o Ambrofix, comercializado por Givaudan, otro gigante del mercado de esencias.

Hay muchas marcas conocidas que introducen ambróxidos sintéticos en las complejas fragancias de sus perfumes y aguas de perfume, toilette o colonia. Una muy conocida es el Light Blue para hombre de Dolce Gabbana, pero este vuestro Búho, por pura casualidad derivada de curiosear en una perfumería próxima a casa, descubrió no hace mucho una fragancia conocida como Molecule 02, de la serie Escentric Molecule, constituida exclusivamente por la molécula de Ambroxan, disuelta en alcohol hasta una concentración del 13,5%.

Toda una rareza, en un mundo en el que lo normal, al analizar una determinada fragancia, es que te encuentres con varias decenas de sustancias químicas distintas.

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