miércoles, 18 de abril de 2012

Carrocerías diversas

El Búho es, como en otras muchas cosas, parco y austero en lo tocante a la cosmética. Y mira que la cosmética tiene Química a discreción. Pero con un gel multiuso, que lo mismo me vale para el pelo que para la piel, un poco de espuma de afeitar y un toque químico bajo el sobaco (de esto hablaremos en otro post en breve), voy sobrado. A veces me pongo coqueto y me perfumo con esas mezclas increíbles en las que el continente vale más que el contenido. Ahora tengo temporada de Allure de Chanel pero, si uno mira las etiquetas, los componentes fundamentales son casi siempre los mismos. Lo importante está en el coupage, que proporciona un auténtico "cóctel químico". Y no ese con el que se meten los partidarios de las Dietas Detox, de las que ya hablamos hace algún tiempo.

La Búha es otra cosa. Si por ella fuera, la industria de la cosmética sería la estrella bursátil. En lugares visibles, o recónditos, de nuestros dos cuartos de baño se acumulan body milks sin cuento, eye liners de todo tipo, lápices labiales de diferentes tonos, brillos y tactos, barnices de uñas sin fin, pantallas UV, jabones a las más finas y variadas esencias and so on...Su compulsivo coleccionismo le empuja a llevarse, cuando dejamos la habitación de un hotel, todo lo cosmético que pueble la cestita de cortesía del cuarto de baño.

Lo último de lo último que ha captado su atención son unos nuevos barnices para pintarse las uñas. En principio tienen la apariencia y se aplican como los de toda la vida, pero la variante está en que, posteriormente, hay que meter las manos bajo una luz ultravioleta (ver foto) y obtener así, en poco tiempo, un producto sólido que permanece casi inalterable por un par de semanas. Duran, por tanto, más tiempo que las pinturas tradicionales y parecen estar de moda por lo que, consiguientemente, te cobran por la aplicación una pasta gansa. Y como mi chica vive con un químico, me ha caído de rebote un aluvión de preguntas sobre su naturaleza, su inocuidad, sobre su eliminación (la tradicional acetona no sirve), la posibilidad de conseguir lámparas UV fuera de las tiendas que las comercializan para estos usos, etc...

Pero el Búho tiene en su mismo pasillo dos compañeras que nunca parecen cansarse ante una muestra desconocida de polímero a destripar. Doy por hecho que mis fieles lectores saben que las lacas de uñas son polímeros. Y acrílicos, en muchos casos. Así que un día que tocaba sustitución de la capa cubreuñas, pude hacerme con los restos de la aplicación anterior y al espectrofotómetro FTIR con accesorio ATR que se fueron. Pensábamos encontrar una formulación de acrílicos parecida a las que usan los dentistas (que también las endurecen con lámparas UV). Pero la cosa era más complicada y nos retrotrajo a un antiguo reto del laboratorio.

Hace años, un emprendedor de esos que ahora el Rajoy busca bajo las piedras, nos vino con un producto que los americanos estaban usando para reparar lunas de autos dañadas por una piedra fortuita. Para simplificar y sin ánimo de publicidad, lo que ahora aparece en la tele bajo la marca CarGlass. El emprendedor pretendía fusilar el producto y, sorteando la patente, introducir esa tecnología en nuestro ámbito. La cosa no fue fácil. Efectivamente, había una mezcla de dos sustancias de la familia de los acrilatos, además de un poliuretano. La selección de la naturaleza de esos tres componentes venía dictada, entre otros requerimientos, por la necesidad de conseguir que el producto final tuviera el mismo índice de refracción que el vídrio y, por lo tanto, no se notara la reparación.

La formulación se completaba con una cetona que, por acción de la luz UV, producía radicales libres y hacía que los tres componentes arriba mencionados reaccionaran entre sí, poniendo dura la resina líquida original. Las cantidades de los tres reaccionantes eran variables en función de la forma de la "lesión" de la luna, teniendose que conseguir mezclas menos viscosas cuanto más profunda fuera aquélla. Pero, al final, mis colegas consiguieron que, usando productos disponibles en el mercado, el resultado fuera perfecto. ¡Hasta salieron con el invento en la hoja parroquial de esta provincia, el Diario Vasco!.

Desconocemos qué fue del emprendedor. Es probable que haya sido engullido por la firma americana que reparte ahora las franquicias del CarGlass, pero no deja de ser curioso que la increíble e indeleble nueva pintura de uñas que encandila a mi comadrona es casi idéntica a la formulación para reparar lunas de automóviles que mis colegas consiguieron fusilar. Como dice el título, carrocerías diversas...

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jueves, 5 de abril de 2012

Un comentario para nota

Durante un cierto tiempo, me resistí a que Blogger permitiera comentarios a mis entradas. La filosofía de esa resistencia era que esto es sólo una herramienta para poner en negro sobre blanco lo que leo, reflexiono y concluyo sobre determinados temas que tienen que ver con la Química. A sabiendas, eso si, de que cada post va a un espacio público y, por tanto, tengo que cuidar los argumentos y las formas. Pero más allá de ello, pensaba que lo que pudieran opinar mis lectores no tenía por qué afectarme demasiado. Sigo pensando básicamente lo mismo tras muchas entradas en las que los comentarios han estado permitidos, pero tengo que reconocer que esos comentarios me han hecho repensar muchas veces mis propios argumentos, corregir errores de bulto o de detalle, tener que buscar información adicional, a cambio de algún que otro mínimo cabreo. Tengo seguidores fieles que me dejan comentarios en muchas entradas. Gabriela es una casi fija. Una profesora de Valdivia, Chile, según ella "amistosa, preocupada de informarme sobre últimos descubrimientos médicos, sobre investigaciones alimentarias, medioambientales, me interesa el reciclaje y la menor contaminación posible". Rara vez me falla. Sirvan estas líneas como agradecimiento a su fidelidad. Flatólogo es otro habitual en mis posts relacionados con temas médicos y gastronómicos. Oftalmólogo al que lo segundo parece interesar tanto como lo primero, tiene la virtud de provocar mi hilaridad en la mayoría de sus comentarios. Y como soy consciente de que el lector medio del Blog no repara mucho en esos comentarios, le he pedido permiso para no incluir, en el sitio a ello destinado, el que él ha enviado a la entrada anterior y emplearlo en la que ahora escribo. Creo que no ha habido ningún otro comentario de los suyos que me haya hecho reir tanto. Ante mi aviso en esa última entrada de contar algún día las tribulaciones de Ferrán Adriá a la búsqueda de un alginato que permitiera sus famosas esferificaciones, sin mandar a sus clientes al váter, el amigo Flatólogo se suelta el pelo y me manda lo siguiente: "Sobre los efectos pro-Roca de los alginatos, la verdad es que la mayoría de los texturizantes usados en industria y cocina tienen un efecto laxante y/o pedorreico: el agar, los carragenatos, el manitol, el isomalt, el maltitol... Sin embargo, lo mismo ocurre con "productos naturales" como la inulina de la cebolla, la quitina de los mariscos y setas y, en general, los alimentos integrales.
Es el destino que tienen las sustancias no digeribles y que fermentan en el intestino: gases y aguachirri fecal. De allí lo recomendable de no meter exceso de texturizantes en un menú gastronómico. Y cuidado con todos aquellos que se cuidan tanto y son asiduos de la sección dietética del súper, alimentos sin azúcar, "quema-grasa", integrales y dieta vegetariana, ¡¡¡lo que les sale por el tubo de escape es demoníaco!!!.

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